¿Cómo decretar?

 

Habrás oído una y mil veces que creer es crear y que uno mismo puede cambiar su propia realidad. ¿Cómo? De muchas maneras: visualizando, realizando afirmaciones positivas, decretando…

 

La palabra es ley y a lo largo del día decimos verdaderas atrocidades sin ni siquiera ser conscientes de ello. Si nos grabaran unas horas y analizáramos las palabras que salen de nuestra boca, nos asustaríamos porque desgraciadamente tiramos demasiadas piedras sobre nuestro tejado. Pero hay una manera muy simple de comenzar a transformarlo todo. Son las afirmaciones positivas.

 

¿Qué son?  ¿Para qué sirven?

 

Son frases que repetimos varias veces a lo largo del día para comenzar a cambiar algo que no nos gusta, para conseguir un objetivo que a fecha de hoy nos parece inalcanzable. Es decir, tomamos unos hábitos nocivos para nosotros, alguna costumbre que no nos guste o cualidad que queramos rectificar y, a medida que te vas creyendo esa afirmación, a medida que la vas repitiendo, esa frase (decreto) va haciendo mella en ti, se va instaurando en tu cerebro. Si alguien es reikista, es lo mismo que hacemos en un tratamiento mental-emocional.

 

¿Cómo las hacemos?

 

Bien, estos decretos se dirán siempre en positivo, en tiempo presente, siendo nosotros mismos los protagonistas de la historia. La frase será contundente, creíble y realizable, hay que ser realistas. Puedes decretar “Yo soy rico” o “Soy el ser más inteligente del planeta”…  pero las afirmaciones positivas hay que hacerlas con cabeza, con el objetivo de sanar/cambiar/mejorar/quitar alguna piedra del camino que no te permita avanzar.

 

Pongamos un ejemplo muy simple que siempre utilizo.

 

Si una persona tiene un gran sobrepeso, incluso podemos decir que presenta un cuadro de obesidad y dice la frase “Soy delgado” o “Peso 30 kilos menos” o “Mi talla es una 36”, el universo no te va a hacer ni caso aunque la frase sea en presente y en positivo, es decir: ¿Dónde estoy? ¿A dónde me dirijo?

 

Si mi objetivo es que me sobran X kilos y los quiero adelgazar, tendré que ir más allá y preguntarme: ¿Qué me hace comer con tanta ansiedad? ¿Por qué como sin sentido?

 

En ese caso, la afirmación podría ir dirigida a sanar o a reconocer la causa de comer con tanta ansiedad o descontrol por ejemplo.

 

Pero hagamos una afirmación típica. Si me sobran 30 kilos y no quiero descubrir la causa que me lleva a comer desmesuradamente o realmente siempre he estado en sobrepeso, las afirmaciones correctas podrían ser:

“Aprendo a comer de un modo sano y saludable”

“Transformo mis hábitos alimenticios día a día”    

“Ingiero los alimentos adecuados y correctos para mi modo de vida”

 

Algunas más genéricas podrían ser “Yo soy salud”, “Mi cuerpo se alimenta correctamente”…

 

Incluso podrías decretar: “Encuentro un nutricionista perfecto para mí”.

 

En definitiva, pides al universo que te proporcione las herramientas para llegar a tu objetivo trazado: adelgazar esos kilos o tener salud comiendo los alimentos adecuados. Es decir, lo que quieres es aprender a comer, transformar tu vida y tu alimentación, sentirte bien en tu cuerpo.

 

Por eso, no existen las afirmaciones “milagrosas” porque una vez más, eres tú el que decide sanar, el que toma el mando, la batuta de tu vida.

 

¿Cómo se utilizan?

 

Las afirmaciones se recitan 21 veces, 3 veces por día (en total dices la frase 63 veces en tres tandas) siendo las horas más idóneas al levantarte, al irte a dormir y en cualquier momento del día que tengas un rato, que te des un respiro. Puedes escribirlas en un papel, leerlas, recitarlas frente a un espejo… Puedes repetirlas como un mantra durante todo el día. Lo mejor es dedicarle esos minutos durante tres veces y hacerlo sintiendo lo que dices, siendo consciente de que quieres lograr esa transformación en ti.

 

¿Y si esa afirmación no es para mí?

 

Lo sabrás al momento, al decirla o verás que en un par de días, se te habrá olvidado hacerla.

 

Así que, si quieres comenzar a transformar tu vida, puedes hacerlo hoy mismo. Medita tu afirmación, escríbela, repitela y si te sientes cómodo, empieza a hacerla. Generalmente, los decretos se repiten durante 21 días pues como bien sabemos, 21 días crea el hábito.

 

Suerte con vuestras afirmaciones.