Limpieza y Protección Energética

 

Vivimos en un mundo dual, en esta dimensión encontramos el amor y el temor, la luz y la oscuridad, el frío y el calor, el sol y la luna y un sinfín de opuestos necesarios. Y por esta misma razón, al movernos en esta escala, somos nosotros mismos con nuestra energía los que creamos esa energía de baja densidad o elevamos nuestra vibración. Es obvio que lo que nos rodea o incluso nuestros propios pensamientos no son en ocasiones los mejores y, como siempre digo, al igual que cada día nos duchamos o bañamos sin cuestionárnoslo, como una rutina diaria, tan necesario como comer y dormir, por lo mismo, de una manera diaria y natural, casi de un modo automático, deberíamos de saber limpiarnos, purificarnos y por supuesto, reciclar y eliminar cuanta energía densa esté a nuestro alrededor. Es cierto que influyen mucho los ambientes en los que nos movamos, el entorno o lugares que frecuentemos pero no olvidemos que muchas veces somos nosotros nuestros propios enemigos.

 

Por ello, hay muchas maneras y métodos para limpiar nuestro campo energético, nuestros cuerpos sutiles. A veces, pensamos en la energía como algo que nos puede afectar sólo en este plano físico o terrenal, como si alguien nos ensuciara -o nosotros mismos- y con darnos una ducha o limpiarnos, ya se terminara el problema. Pero no es así, es mucho más complejo que todo eso.

 

Tenemos muchos cuerpos sutiles a nuestro alrededor, existe un plano mental y emocional donde quedan atrapadas muchas energías densas, pensamientos nuestros o decretos; a veces, pensamientos de otras personas que nos quieren mal. Y todo eso no se va con una simple ducha, cuesta un poco más.

 

Por eso, hemos de tener la determinación de llevar una vida sana y saludable, con buenos hábitos, respetando nuestras horas de sueño y nuestra alimentación. Hemos de saber que las personas que frecuentamos o los chats en los que entramos son o pueden ser un nido importante de energías nocivas o tóxicas. Tenemos que ser responsables de lo que pensamos, decimos o callamos. Es decir, la primera manera de limpiar nuestro campo energético, nuestra aura, será empezar a ser cien por cien responsables de cada acto que hacemos, por acción o bien por omisión. Y una vez que, a conciencia, hayamos practicado ciertas pautas y ejercicios para reciclar nuestra energía, limpiarla e incluso incrementarla, una vez que hayamos purificado en la medida de lo posible nuestro campo energético, en ese momento seremos capaces de tomar acción de nuevo: entonces podremos practicar técnicas de protección energética.

 

Piénsalo bien. Imagínate que llevas tres días de acampada, necesitas varias duchas, estás sucio y te sientes mal pero tienes mucho sueño. Llegas a tu casa y decides meterte en la cama, ¿vas a dormir? Seguro, como un tronco si estás agotado pero, ¿no sería mejor, -más razonable- darte una buena ducha, limpiarte bien, tomar un baño relajante, cenar y una vez que ya estés limpio, alimentado y hayas descansado te metas en una cama con sábanas limpias? Seguramente dormirías mil veces mejor. Una limpieza energética podría ser parejo.

 

O, pensemos en una herida. ¿Acaso pondrías una tirita o un vendaje sin limpiarla antes? Se infectaría, no te serviría de nada pese a que protegieras la herida de golpes o de cualquier rozamiento. Es decir, no tendría sentido alguno protegerte de energías extrañas o nocivas si estás sucio o repleto de ellas en tu interior. Has de limpiarte en la medida de tus posibilidades y una vez que hayas realizado ese esfuerzo, ese paso previo, tocará aprender técnicas para protegerte.

 

Cuanto más limpia esté tu energía, tus cuerpos sutiles, más fuerte estarás y menos energías densas podrán entrar en tu cuerpo energético. No es una labor de un día, ni de dos. Es cuestión de tomar conciencia y comenzar poco a poco por lo más simple y obvio, fácil y barato:

 

Cuida tu alimentación.

Sé consciente de tu vocabulario, las palabras que dices o piensas, lo que decretas.

Revisa o modifica tus propios pensamientos. Piensa en positivo.

Practica afirmaciones positivas a diario.

Ten hábitos sanos y saludables, respeta tus horas de sueño.

Olvídate de cualquier adicción.

Practica deporte y haz ejercicio.

Aprende a respirar.

Bebe mucha agua.

Toma el sol, deja que la energía solar cargue tu sistema energético.

Frecuenta lugares naturales, zonas verdes, montaña o el mar.

Medita, practica técnicas energéticas.

 

Cuanto más te respetes, más sano y limpio estará todo tu sistema energético, más armonizado estarás y te encontrarás más saludable. Está en tus manos comenzar a cambiar.